Wednesday, May 8, 2013

Two poems by Francisco De Asís Fernández (Nicaragua, 1945), my translation / Dos poemas de FDAF


The Myth of Sisyphus

My country's name is Sisyphus and it is 200 years desperate.
At dawn I ask after the stars of Sisyphus,
and the planets tell me that for centuries they have
dissolved into quartz crystals wasted in dormant volcanoes,
and the ruthless felling of its green mane
may be seen from the sky as scars in the Earth's body.
My heart makes my pulse vanish.
Sisyphus has two sides, one looking toward the light and the other toward the dark.
He goes in and out of prison. He's both prisoner and jailer.
He's a body deprived of everything; he's dead and breathing.
He goes forward in the mist not knowing whither
with a heavy load that bleeds him and shatters him,
with broken, fractured, dead ideas
and a history with no miracles.
They gave me a Sisyphus with an empty star,
with a dry spring and a mute garden
who makes music in the moonlight with
truncheons and pots and a bucket of adders and frogs.

I hear his voice as if I my own were licking
at the edge of the entrance, the edge of the exit.
Sisyphus smells of lost hopes.
When sending letters he spells his name on the sand by the sea
and in searching his soul,
finds the splendor of his ashes.
   

A White Heron in Love

In the miracle of life
a white heron in love
solitary dances in a vast empty shore.
It dances on the rubble of some heliotrope posies
and music comes to it from a broken sea,
from never finding what it always sought,
from the moon on its chest,
and I hear it moan in the depth of the night.
I can't see past the majesty of its feathered nightgown
can't trust any of my thoughts when I see it
exhale flowers and romances through its beak.
The dance of this wild bird is there, between sea, laurel and iris.
And I feel like a coalman without dreams or train to leave
loving with roses of coal.
I watch the heron dance plunged in a tide of emotions,
and my heart beats like a stranger terrified by freedom
who admits that his soul is immature and heedless if removed from corruption
and has no mystic words tattooed in his body.

 

 El mito de Sísifo

Mi país se llama Sísifo y tiene 200 años de estar desesperado. / Al amanecer pregunto por las estrellas de Sísifo / y los astros me responden  que desde hace muchos siglos /
se deshacen en cuarzos desperdiciados en volcanes dormidos / y que los despales inmisericordes de su verde cabellera / se ven desde el cielo como cicatrices en el cuerpo de la tierra. / Mi corazón hace que mi pulso desaparezca. / Sísifo tiene dos lados: uno hacia la luz y otro que da a la oscuridad. / Entra y sale de prisión. Es prisionero y carcelero. / Es un cuerpo despojado de todo. Esta muerto y respira. / Avanza en la neblina sin saber para dónde, / con una pesada carga que lo sangra y desgarra, / con ideas rotas, quebradas, y muertas / y con una historia que no tiene milagros. / Me dieron un Sísifo con una estrella vacía, / con un manantial seco y un jardín mudo, / que hace música a la luz de la luna / con porras y cacerolas y un balde de sapos y culebras. // Oigo la voz de Sísifo como si yo mi propia voz lamiera / al borde de la entrada que es el borde de la salida. / Sísifo huele a esperanza perdida. / Cuando manda cartas escribe su nombre  en la arena del mar / y  cuando hace examen de conciencia / encuentra el esplendor de sus cenizas.


Una garza blanca enamorada

En el milagro de la vida / una garza blanca enamorada / danza sola en una inmensa costa vacía. / Baila en los escombros  de unos ramilletes  de heliotropos / y su música le viene de un mar roto, / de  no encontrar nunca lo que busco siempre, / de la  luna sobre su pecho, / y yo la oigo  gemir en lo profundo de la noche. / No puedo ver mas allá de la majestad de su camisón de plumas / y  no puedo confiar en ninguno de mis pensamientos / cuando veo que exhala  flores y romanzas por su pico. / Allí está  la danza  de esta pájara salvaje entre el mar, el laurel y el lirio, / Y siento que soy un carbonero sin sueños y sin tren para partir / que ama con rosas de carbón. / Veo la danza de la garza, sumergido en una marea de emociones / y mi corazón late como un forastero aterrado por la libertad, / que reconoce que su alma es inmadura y omisa lejos de la podredumbre / y no tiene palabras místicas tatuadas en su cuerpo.
  

Pueden encontrar más poemas de Francisco De Asís Fernández aquí.

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