Saturday, March 1, 2014

Two poems by Giovanny Rodríquez (Honduras, 1980), my translation / Dos poemas de GR


Requiem (fragment)

I

Drunk and dislocated light on each ladder climbing toward human solitudes, light of the stained nightfall on the high rocks – from where your yellow silence, from which remote age the act of dying at this hour.
A single color fills the mouths of things.
The afternoon is yellow and slow, thoughtful and sad.
The afternoon pants and ages, again, in its perpetual circle of vague motions.
Afternoon light, dying afternoon light – this is the last hour of the dispossessed, of those who once loved and lost their love because it was noble to look at everything from the farthest angle.
Time begins to linger here, steps seem to float on rocks; the whole world is hanging from a leaf.



II

From the last hour, that of burning light, the incandescent hour that plummets from the sky with a few tears on the edges, that of the instant dreamed by the sick angel, by its sick eyes and its sick gaze that observes and delights from the reverse of the dream; from that hour I return to these, my dark hours.



III

The angel also sees distant hours fall and postpones its screaming at the god of time and memory.
I return alone to my dark hours and look through the eyes of that angel of sick gaze, I look behind and nothing survives the past, nothing innocently awaits the passage of time while light falls from the hours.


I haven't been able to find any translations of his poetry. You can read the full poem in Spanish here.



Réquiem

I

Ebria y dislocada luz sobre cada escalera que asciende a las humanas soledades, luz del crepúsculo manchado sobre las piedras altas: desde dónde tu amarillo silencio, desde qué remota edad el acto de morir a esta hora.
Un solo color llena las bocas de las cosas.
La tarde es amarilla y lenta, pensativa y triste.
La tarde jadea y envejece, otra vez, en su perpetuo círculo de movimientos vagos.
Luz de la tarde, luz mortecina de la tarde: ésta es la hora última de los desposeídos, de los que alguna vez amaron y perdieron su amor porque era noble mirarlo todo del lado más lejano.
Aquí empieza a detenerse el tiempo, los pasos parecen flotar sobre las piedras, el mundo entero pende de una hoja.



II

De la última hora, la de la luz que arde, la hora incandescente, la que se desploma del cielo con un poco de llanto en las orillas, la del instante soñado por el ángel enfermo, por sus ojos enfermos y su mirada enferma, que observa y se deleita desde el revés del sueño; de esa hora vuelvo a estas horas, a mis horas oscuras.



III

El ángel ve caer también horas lejanas y posterga su grito al dios del tiempo y la memoria.
Vuelvo solo a mis horas oscuras y miro por los ojos de ese ángel de mirada enferma, miro atrás y nada sobrevive en el pasado, nada espera, inocente, el devenir del tiempo mientras la luz se cae de las horas.

Pueden encontrar el poema completo aquí.

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